La consecuencia inmediata además del descenso en la capacidad motriz y una disminución en la llegada de nutrientes al disco, es que se impide la evacuación de los desperdicios tóxicos que se producen en su interior
La heria discal produce un debilitamiento crónico en la estructura del disco intervertebral (que es un cartilago que actúa a modo de amortiguador entre dos vértebras).
La columna vertebral no puede funcionar bien si existe una disfunción en alguno de los discos intervertebrales al reducirse el espacio por el que circula la médula espinal, con el consiguiente bloqueo de la información.
El cartilago del disco intervertebral se nutre a través del movimiento. Se alimenta a través de pequeños canales, parecidos a un túnel, que envuelven todo el cartilago.
Si hay una subluxación vertebral, es decir, una vertebra desplazada, encontramos una carencia de movimiento en la que se hallan implicadas tres vertebras: la vértebra subluxada, la superior a ella, y la inferior.
Sin una alimentación apropiada, las células del cartilago se debilitan y empieza una degeneración progresiva del disco. Éste se vuelve quebradizo hasta el punto de producirse una ruptura o fractura a la que llamamos hemia.
Esta es una de las razones que explican por qué el cuidado Quiropráctico puede considerarse, el mejor cuidado preventivo para las hemias discales.
Una de de cada tres personas tiene hernia discal sin saberlo y lleva una vida normal sin ningún tipo de síntomas. Por ello, es aconsejable someterse a un exhaustivo examen quiropráctico, porque solo basarse en los síntomas (dolor de brazo, pierna o cintura) o en la ausencia de ellos y en las imagenes de los diferentes métodos de diagnóstico, no son las opciones más acertadas, según concluyen numerosas investigaciones.